Google virtual Glass

La compañía finaliza el lunes el programa de desarrolladores. Google creará una división específica para replantearse el dispositivo y recuperar el interés inicial con un nuevo modelo.

Tras cerrar las cuatro tiendas físicas que tenían repartidas entre Estados Unidos y Londres, Google ha anunciado que el próximo lunes finaliza el  programa de desarrolladores de las Google Glass así como la venta de este «gadget».

A pesar de que la decisión podría oscurecer aún más el futuro de este proyecto. Desde Google afirman que se trata de un paso atrás para coger impulso y replantearse algunos aspectos de esta primera versión. Según recoge «The Wall Street Journal», la multinacional pretende reinventarlo y lanzar una nueva versión a lo largo de este año o a principios del que viene. Para ello, creará un equipo dedicado en exclusiva a este dispositivo. Lo apartará así de la lista de tareas de la conocida como División «X». Este es un departamento responsable, entre otras cosas, de la red de globos con los que llevar internet a lugares remotos.

Esta noticia llega tras un largo periodo de episodios. Estos han tenido como resultado que la enorme expectación que se generó con su presentación haya ido disminuyendo progresivamente. Llegó al punto que el invento corrió peligro de caer en el ostracismo tecnológico.

El diseño, la autonomía o el coste han sido las tres grandes críticas a las gafas de realidad virtual. Cuando la actual versión llegó a manos de los desarrolladores muchos criticaron aspectos como el diseño, la autonomía o la integración de la pantalla en el campo de visión. La empresa fundada por Larry Page y Sergei Brin firmó acuerdos de colaboración con marcas de prestigio como Oakley o RayBan.

El tercer gran obstáculo fue el precio. En el experimento comercial que llevó a cabo el pasado 15 de abril en Estados Unidos,  se agotaron las unidades que se pusieron a la venta aunque la empresa no concretó la cifra exacta. Aquellos que quisieron hacerse unas Glass tuvieron que desembolsar 1.500 dólares.

A pesar del enorme interés que se suscitó al principio, la demora en ver avances concretos y la larga exposición al juicio público de una versión en pruebas conllevaron que los relojes inteligentes tomasen el papel protagonista en la prometida revolución de la tecnología, desplazando con esto al dispositivo.

Para adaptarse a esta nueva generación, Google creó Android Wear. Esta es una plataforma con la que pretendía confinar el espíritu de su sistema operativo móvil en «smartwachtes» y otros «wearables». Sin embargo, parece que la empresa no termina de acertar con estos productos, una prometedora revolución que aún está empezando.

Aunque empresas como Sony hayan lanzado ya algunos productos, el despegue ha sido más bien tímido. LG, ha utilizado este sistema operativo en el G Watch y en el G Watch R,  y podría estar preparando un nuevo reloj con su propio software. Samsung,  ha sido la que más ha éxito ha conseguido gracias a sus Gear, que funcionan con Tizen. El último miembro de esta familia, el Gear S, es el primero del mercado que permite utilizarse de manera autónoma con una tarjeta SIM y no limitarse a ser un mero apéndice del «smartphone».

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